Un hombre abre mi jaula, mira hacia dentro, está vacía. Me fui volando en busca de ágiles palomas que se pierden en la curva de mi cuerpo ávido de caricias, de ensortijada serpiente que sube por los desfiladeros de mi cuello que perdió su cabeza, de ojos fogosos que con la mirada exploran el fondo de mi alma que creí hueca.
Un hombre abre mi jaula, está vacía, sólo algún recuerdo antes que mi cuerpo se transforme en este manojo de algodón que perdió el horizonte.