martes, 1 de mayo de 2018

Funes y mi memoria



Martes 1° de mayo, día internacional del trabajo, decido festejarlo haciendo lo que más me gusta hacer, decido festejarlo leyendo desde bien temprano en la mañana.
¿Qué leer? Pregunta que me persigue como la sombra ¿leer o releer? Pregunta que persigue a los que leemos.
El mate, después de la ducha; mis gatas dando vueltas alrededor de sus comederos y yo, anteojos en la mano, me siento y decido, vaya a saber por qué, releer Funes el memorioso, de Borges.
Sólo cuatro páginas que condensan una genialidad desbordante, sin embargo, estoy segura de que no es casual que el 1° de mayo despunte con esta relectura, porque ¿hay algo más diferente de lo que le pasa a Funes que lo que nos está pasando a nosotros, los argentinos?
¿Dónde perdimos la memoria, dónde la dejamos olvidada, dónde se deshizo y decidió no  ayudarnos a salir del pantano en el que estamos hundidos?
¿Será una broma del destino que, teniendo a mano el recuerdo de un pasado cercano vivido y padecido, decidimos golpearnos vaya a saber por qué vez, con la misma piedra?
Tal vez la casualidad tiene parte de la responsabilidad de haberme enfrentado nuevamente con ese Funes que me recuerda que la memoria es algo que no pueden quitarme si yo no quiero. Y no quiero, de eso estoy absolutamente convencida.