Salían con frecuencia al balcón en verano, se sentaban en reposeras, a veces, sacaban la mesa y cenaban ahí mismo. Esa noche no me pareció distinta. Entré a mi departamento a buscar un cigarrillo, Guillermo no me dejaba fumar dentro de casa, decía que podía hacerles mal a los chicos. Prendí el cigarrillo y seguí mirando a mis vecinos de enfrente.
Ahí estaba ella, con unos pantalones cortos, amplios, su musculosa azul y creo que descalza, con el pelo recogido. Él apareció después de unos minutos, vistiendo sólo un bóxer blanco y con el pelo mojado. Tenían algo en su manera de salir al balcón, de pararse al lado de la baranda que me atraía. Conversaron unos instantes, ella le respondía que sí con la cabeza a algo que él le preguntaba. Sonreían, se los veía felices.
De pronto él la abrazó, rodeó con sus brazos su cintura, me pareció que quiso que ella girara para que no lo mirase. Empecé a darme cuenta de que habían dejado de conversar como lo hacían habitualmente, creo que comenzaron a discutir, ella intentaba zafarse del abrazo de él, pero parecía le era difícil.
Después de algunos minutos, él la soltó bruscamente, ella giró, le dio la espalda y se inclinó sobre la baranda. Él entró al departamento y ella quedó unos segundos así, inclinada, el cabello se le había soltado y ahora le tapaba buena parte de la cara.
Me parece que pasaron no más de diez minutos, él salió al balcón, esta vez vestido con un pantalón marrón y una remera blanca, tenía zapatillas pero no estoy muy segura, el balcón de ellos era opaco en la parte inferior.
Le dijo algo que seguramente le molestó; salió rápido y ella salió detrás como si quisiera retenerlo.
Me di cuenta que no podía entrar a mi departamento, necesité quedarme así, unos minutos más, mirando a los de enfrente.
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