Mariana terminaba de
cursar su última materia de la carrera de Historia; cuando a comienzo de ese
año leyó un artículo en el diario sobre la canonización de Juana de Arco que había realizado el Papa
Benedicto XV; supo cuál sería el tema de su tesis.
Fue aquel domingo que entró
a una iglesia de la orden de los dominicos
-
Historia Medieval –repitió el monje- muy
interesante.
Mariana entonces le
explicó qué es lo que estaba buscando, algún dato novedoso, algo que pudiera
ayudarla.
-
En la biblioteca hay un documento traído por el
padre André, junto con una carta, que se dice, escribió la madre de Juana.
-
¿Puede usted mostrármela?
El anciano se levantó
muy lentamente, y con un gesto invitó a que lo acompañe. El documento en
cuestión era un interrogatorio al que Juana había sido sometida por una
comisión de Teólogos en Poitiers, apenas podía leerse.
-
¿Quién os ha mandado en búsqueda del Delfín de
Francia?
-
Las voces, ellas me dijeron qué era lo que Dios
quiere de mí.
-
Hablasteis entonces con Dios?
-
¡No! Sólo con el arcángel Gabriel que me indicó
que debía hacer…
-
¿Y qué es, según vos, lo que Dios quiere que hagáis?
-
Salvar a Francia
-
¿Creéis que sois tan especial?
-
…
Con mucho cuidado,
Mariana dio vuelta la página y para su sorpresa, había un segunda parte:
-
¿Y cómo has llegado hasta su majestad entonces?
-
Vestida de paje
¿Vestida de paje?..Pero
si en todos los documentos y libros de la época figura que Carlos VII fue quien
se disfrazó para probar si Juana podía reconocerlo.
¡La carta! La abrió
cuidadosamente. La madre de Juana le contaba al Papa Calixto II que el Delfín
había traicionado a su hija, que le había tendido una trampa entregándola a los seguidores del Duque de Borgoña quien
la vendió a los ingleses, que en el
ataque de París ya había sido capturado y para salvarse, entregó a la joven.
Juana había jurado no
difundir la cobardía del rey, pero su madre, dos décadas después, no pudo
guardar silencio.
Mariana dejó de leer el
libro y miró con curiosidad al fraile ¿por qué había permitido él que leyera
esta carta que podía cambiar el cuso de la historia?
En voz muy baja el
anciano respondió antes que Mariana formulara la pregunta:
-
Las voces me lo han pedido.
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